NUESTRA HISTORIA

En 1972 un grupo de heladeros se unió en pos de un interés común: la creación de la primera Asociación de Heladeros Artesanales del país. Así, en Terrada 1548 de la Ciudad de Buenos Aires, un 31 de agosto, nacía AFADHYA.

Sucedió tras la iniciativa de aquellos heladeros artesanales fundadores, que se propuso encontrar, en forma conjunta, una solución a las múltiples inquietudes y problemáticas comunes.

En una tercera convocatoria se acordó crear una asociación permanente. El contador Mario A. Micele, quien redactó los estatutos de rigor, facilitó un lugar en su estudio donde realizar las reuniones de la cámara. El 27 de octubre de 1972, a través de una solicitada publicada en el diario La Razón, se invitó a que todos los heladeros artesanales se sumasen a esta nueva entidad cuya primera sesión fue el día 30 de ese mes.

Así, cada miércoles, día de reunión, toda la comisión directiva se juntaba a cenar en el antiguo Luigi, de Anchorena y Córdoba, en el barrio porteño de Palermo. Más tarde, la locación fue cambiada por la Cantina de David. Esta costumbre se mantuvo como una regla de oro durante décadas.

Había mucho por hacer en esos primeros años. Todo surgía del debatir, discutir y proponer soluciones. Una de las tareas fundamentales era convocar a los heladeros artesanales para que se sumaran a la asociación, objetivo que se conseguía con tal entusiasmo que traían de a veinte o treinta asociados nuevos a cada reunión. Había una idea muy clara: cuantos más heladeros se sumaran, existirían más posibilidades de progreso para el sector.

En 1974 AFADHYA anunció la adquisición de la propiedad en la Avenida Callao 449 para sede de la entidad, y con el paso del tiempo incorporó dos espacios más para que funcionen el departamento técnico y las oficinas administrativas. Años más tarde, en 2016, la sede se mudó a una nueva propiedad. Una casona antigua, con más de 127 años, ubicada en el corazón histórico porteño, en Santiago del Estero 924, totalmente reciclada y renovada, pero que conserva los detalles propios de su inicio. Con más de 600 metros cubiertos, un auditorio con capacidad para cien personas, laboratorio, sala de reuniones, oficinas y todo dispuesto para seguir creciendo.

Desde el nacimiento de la asociación, los fundamentos siempre han sido claros y se asientan en valores irrenunciables: defender y proteger los intereses de los asociados; propender al desarrollo y perfeccionamiento económico, social y tecnológico de la artesanía; fomentar el espíritu de unidad y solidaridad entre sus miembros.